Apestar es el primer paso para ser más o menos bueno en algo

Era casi hora de salir y mi hija menor no estaba lista. Su clase de ballet comenzaba en poco tiempo y el tráfico a esa hora era terrible. Me acerqué a ver qué la demoraba. Ya estaba vestida pero no terminaba de peinarse. Apenas iba a apresurarla cuando noté que estaba muy estresada.

Me agaché conteniendo mi prisa y le pregunté qué pasaba. «No me sale mi cebolla, Papá… no sé peinarme bien».

No conozco nada sobre peinado de niñas, aún así le pedí que me dejara ayudarla un poco. Como imaginarán, aquello quedó horrible. La hermana mayor tuvo que intervenir y medio resolver con un par de broches, mientras salíamos a prisa.

En el camino aprovechamos para platicar. Ella se quejaba de que su maestra le llamaría la atención por no ir bien peinada.

«¿Sabías que apestar en algo es el primer paso para ser bueno en ello?», le dije, «Tienes que atreverte a apestar. Pero es solo un tiempo, porque con la práctica vas adquiriendo habilidad.»

Apestar en algo es el primer paso para ser más o menos bueno en algo. – Jake the Dog, Adventure Time

La frase es de Jake el perro, de Adventure Time. La escuché por primera vez en una conferencia de Alexis Ohanian, fundador de Reddit, en U99.

¡Cuántas cosas no nos atrevemos a realizar porque no las haremos bien!

Vivimos en una zona de confort. Hacemos aquello que nos es cómodo, tenemos relaciones con las que nos sentimos cómodos y estamos cómodos con nuestros resultados. Tememos a hacer el ridículo, a fallar, a ser juzgados.

Si estás en una situación en donde te sientes 100% seguro y en control, probablemente no estés haciendo nada que valga la pena. Para crecer hay que correr riesgos. Pero, como le he dicho a mi hija, la buena noticia es que «la práctica hace al maestro».

Uno de mis libros favoritos es Fuera de Serie, de Malcolm Gladwell. En éste analiza porqué algunas personas salen del promedio y llegan a ser «fuera de serie». Él acuñó la Regla de las 10,000 horas. Dice que cualquier persona puede ser experto en cualquier cosa cuando ha dedicado 10,000 horas a hacerlo. Diez mil horas se alcanzan ejecutando más o menos ocho horas diarias una actividad por diez años.

Los Beatles, nos cuenta, llegaron a ser lo que fueron por tener la suerte de tocar en clubes de caballeros durante ocho horas seguidas por varios años antes de ser descubiertos. En aquella época las bandas locales sólo se presentaban por dos o tres horas. Ellos lo hacían de tiempo completo, lo que los llevó a tener más horas de práctica que ningún otro.

Bill Gates y su socio Paul Allen, otro ejemplo mencionado en el libro, tenían acceso a una computadora para practicar su programación cuando nadie más la tuvo. En su época de estudiantes, las computadoras no eran personales. Había computadoras sólo en las principales universidades y requerían permiso especial y que estuviera disponible. Encontraron que durante las madrugadas había disponibilidad en una computadora que estaba a tres kilómetros de su dormitorio. Así que todas las noches, de una a cuatro de la madrugada, caminaban los tres kilómetros para practicar su programación, cuando nadie más lo hacía.

No es suficiente tener la práctica, explica Gladwell, se requiere «Práctica Deliberada«, esto es, practicar intensamente con una mentalidad de enfrentar los errores y corregirlos.

Pero vivimos en una sociedad que condena los errores. Vivimos con «Terror por el error«. Buscamos continuamente evitarlos y esconderlos. Sería como estar en una cocina y querer esconder un insecto rastrero en lugar de exterminarlo. Yo me animé a iniciar este blog escribiendo un artículo por semana, motivado en parte por una frase que leí: «Es imposible escribir cincuenta y dos malos artículos consecutivos«. Algo bueno saldrá, pensé.

Hay que decidir.

El verbo decidir viene del latín decidere que significa eliminar cualquier alternativa. Deberás eliminar la alternativa de quedarte protegido, deberás exponerte, hacerte vulnerable. Habrá que romper algunos hábitos.

La mayoría de la gente comprende bien que somos criaturas de hábitos. Pero de algo que no se dan cuenta es que existen dos clases de hábitos: los hábitos de hacer y hábitos de no-hacer. Para todo lo que no estés haciendo en este momento, tienes el hábito de no-hacer. El único modo de cambiar este hábito, es hacerlo.

Cambiar un hábito se siente extraño, porque involucra nuestra biología. Haz un breve ejercicio: junta tus manos entrelazando los dedos. Fíjate cuál es el pulgar que ha quedado arriba ¿derecho o izquierdo? Ahora suelta tus manos y júntalas de nuevo, entrelazando los dedos, pero cambiando el orden, dejando el pulgar opuesto arriba de los demás. ¿Se siente extraño, cierto? ¿Incómodo?

Si así sucede con algo tan sencillo como entrelazar los dedos, cuánta más resistencia no tendremos a comenzar nuevas tareas. A esa incomodidad interna le sumamos el riesgo a ser juzgados por «apestar» en lo que empezamos. Por eso Emprender es de valientes, pero si no emprendes, te quedarás donde estás.

«Si nada nuevo haces todo seguirá igual»

Así que, ya sabes, date permiso de apestar un poco, practicar bastante y no desesperarte.

Bonita semana.

Encuentra en Amazon

[amazon_link asins=’B00E5X6VME,B006GA4XTM,8479539380′ template=’ProductCarousel’ store=’alexperezblog-20′ marketplace=’MX’ link_id=’ead3f167-df52-11e7-b3c5-83a2cd52c023′]

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.

Leave a Reply