Aprendiendo a ser papá en la cuarentena

Alrededor de las cuatro de la mañana, apareció en la puerta de mi cuarto. Con esa extraña rutina desde que era niña, de quedarse parada ahí y llamar: «Papá… papá».

Entre sueños la escuché y a penas logré abrir el ojo, me sobre salté al verla detenida en el umbral de mi recámara.

Entonces le dije que pasara y se sentó en mi cama.

«No puedo dormir, estoy desesperada» me decía con voz temblorosa. Pensé que había tenido alguna pesadilla. «Ya no sé que hacer… estoy harta de todo esto…» me decía.

Eché mano de TODOS mis aprendizajes… como una computadora que carga los programas en su memoria RAM para poder realizar cierta tarea, así traje a mi mente cuanta técnica de comunicación recordé. Rogers, Gordon, Rosenberg… me refiero a los grandes, no técnicas baratas ni consejos de comadre. En verdad, eché mano a todo cuanto supe.

«Me duele la cabeza… estoy desesperada… me da miedo…» Todo.

Los remedios tradicionales no eran bienvenidos, necesitaba artillería pesada, pero también una buena táctica de guerra, porque, al final, estamos en ella. Esto de la cuarentena es cosa seria y lo que nos está sucediendo como humanidad, por más memes que hagamos, es en verdad un desastre.

O sea, tomemos por un momento las definiciones de los expertos:

Acontecimiento peligroso que provoca una grave alteración de los sistemas estructurales que integran, la sociedad, tanto a nivel biológico, como de orden material

Fritz (1961)

Grave alteración, check. Sistemas estructurales de la sociedad, check. Nivel biológico, check. Orden material… ok, no aún pero no tarda. Así que: check, también.

Eventos rápidos y dramáticos quedan por resultado daños materiales y humanos considerables

Harshbarger (1974)

Va. También aplica. Él subraya, también, la importancia de la vida comunitaria y plantea que los desastres deben considerarse como referencia a su potencial de perturbar las actividades de una comunidad y causar daño a los miembros de la misma.

Entonces, sí, definitivamente se han visto perturbadas todas nuestras actividades.

La Cruz Roja Americana en 1975 definía los desastres como:

Incidente de la magnitud de un huracán, un tornado, una tormenta, una inundación, una marea alta, una marejada, un sismo, una ventisca, una peste, una hambruna, un incendio, una explosión, el derrumbe de un edificio, el hundimiento de algún medio de transporte o cualquier otra situación que provoque sufrimiento humano o genere necesidades que las víctimas no puedan cubrir sin auxilio […] cualquier acaecimiento que ovacione destrucción y sufrimiento e imponga demandas que vayan más allá de las capacidades de la comunidad para satisfacerlas de forma normal o acostumbrada.

Check.

Una interrupción grave en el funcionamiento de una sociedad causado por un peligro de origen natural o tecnológico, ocasionando perdidas humanas, considerables daños materiales o ambientales; sobrepasando la capacidad de la respuesta local por no poder superarla por sus propios medios

Glosario de terminología básica para al administración para desastres, Instituto Nacional de Defensa Civil del Perú

Check, check, check y… también check.

No soy un experto en nada. Y no es que me considere un Sócrates moderno. Tengo más preguntas que respuestas, pero soy un eurista compulsivo. — Está bien, inventé la palabra, un eurista es quien busca una respuesta.

Pero lo que estamos enfrentando no creo que se resuelva con sentido común. Por dos razones: la situación que estamos enfrentando no es NADA común y segundo, en situaciones ordinarias, el mismo sentido común ha demostrado ser bastante falible.

Volviendo a mi habitación. Me senté junto a ella, y me dispuse a escuchar y, haciendo uso de las enseñanzas de «los profesionales» – me refiero nuevamente a «los grandes» de más arriba–, sólo hice preguntas y practiqué empatía precisa básica y después me aventuré a usar la avanzada.

Imaginariamente coloqué sobre la pared la docena sucia o «docenazos», las doce reacciones que debía evitar, si quería ayudar a mi hija a salir por sí misma de la situación en que se encontraba.

«¿Te sientes desesperada?»

«¡Sí!», me respondió casi gritando, «ya no aguanto estar encerrada, ya no sé que hacer»

Seguí preguntando, escuchando, espejeando. Espejeando y espejeando. No supe de donde saque la cordura y logré evitar mis reacciones habituales: darle soluciones, tratar de desviar la atención, decirle qué hacer, proponerle un ejercicio, quitarle yo el problema. Total, ¿eso es lo que hacen todos los papás, no? Sí… eso es lo que hacen los papás en situaciones normales. Ésta no es una situación normal.

A la primera pregunta le siguió una hora y media de una de las conversaciones más hermosas que he tenido con mi hija adolescente. Aprendí demasiado de ella.

Y me dio vértigo no haber aprendido lo que he estudiado éstos dos últimos años. ¿Dónde estuve? Preparándome. ¿Para ser un profesional?… Para ser persona…

Una persona profesional… quizá.

Pero allá afuera hay millones de personas que no pueden dormir en la noche. Otros miles que no pueden levantarse durante el día. Miedo, ansiedad, estrés… «han de ser las reacciones normales, ¿no?»

Cuando se fue tranquila a descansar, después de despedirse con un abrazo, agradecí a Dios, por haber pasado con ella este rato y por que tuve en mi mochila la herramienta que necesité en el momento correcto.

Pero me vinieron a la mente los papás de la Escuela de Padres de los dos colegios donde compartí por seis semanas, antes de que llamaran a la cuarentena.

En situaciones normales, coincidían muchos en batallar con los cambios emocionales de sus hijos, con berrinches, falta de capacidad de frustración, falta de atención, y demás. Me vinieron a la mente aquellos que se quedaban al final de la sesión a hacerme preguntas. Los que se quejaban de que su hija se despertaba todas las noches reclamando: «¿por qué tengo que dormir sola?»

¿Qué nos espera ahora? ¿Que puedo esperar?

Puedo esperar, tanto en mí, como en mis hijos, familiares, amigos, etc., cualquiera de las siguientes respuestas que describe el manual de la APA como tipos de respuestas individuales a los desastres:

  1. Reacciones normales a los desastres: Algunas personas son capaces de mantenerse notablemente calmadas, aún en las circunstancias más extremas, sin embargo la mayoría de nosotros empezamos a sentir los efectos del Síndrome General de Adaptación (sudoración profusa, temblores, debilidad, estados nauseosos) por un momento y la claridad del pensamiento puede ser difícil. Afortunadamente muchos de nosotros podemos recuperar nuestra compostura bastante bien.
  2. Pánico individual: «Aunque esta reacción no es la norma esperada, su contagiosidad le da importancia a su estudio, la característica del pánico son los gritos, el llanto incontrolado, las carreras alocadas y la ceguera psicológica, en el cual todo discernimiento parece desaparecer.» Tal vez no tengamos gritos, pero cuando hablamos de «compras de pánico» eso son: comportamientos de pánico, incontrolados, alocados y ciegos, sin discernimiento. ¿Te suena familiar?
  3. Reacciones paralizantes: Se puede esperar también encontrar personas que por un tiempo se queden paralizadas, pueden quedarse paradas o sentadas en medio del caos, como si estuvieran solas en el mundo, su mirada estará perdida, cuando se les habla no podrán responder a todo, o simplemente se encogerán de hombros o pronunciarán una o dos palabras., parecen libres de reacción emocional, son incapaces de ayudarse.
  4. Reacciones hiperactivas: Está el extremo opuesto, las personas que pueden estallar en ráfagas de actividad, sin un propósito definido, hablarán rápidamente, bromearán en forma inadecuada y harán sugerencias y demandas inaceptables pero de poco valor real, pasarán de una acción a otra y parecerán incapaces de resistir la más mínima distracción, se muestran intolerables a cualquier idea que no sea la suya.
  5. Reacciones corporales: Algunas reacciones corporales han sido ya mencionadas como respuestas temporalmente normales, aunque estos síntomas normales son algo molestos mientras duran, generalmente no interfieren seriamente con la habilidad de la persona para llevar adelante una actividad constructiva en una situación difícil, algunas de estas reacciones, especialmente la debilidad, el temblor, el llanto, pueden no aparecer hasta después de que una persona ha enfrentado y superado efectivamente el peligro inmediato.

¿Qué haré?

  1. Respirar. Primero, respirar… profundamente. Porque lo que viene enseguida no va a ser fácil de realizar. Aceptar, aceptar y aceptar.
  2. Aceptar que lo que está sucediendo, sí esta sucediendo. Sí hay un peligro allá afuera y sí hay limitaciones. Sí se ha cambiado nuestra vida y la de nuestros hijos.
  3. Aceptar el derecho que tiene cada persona de tener sus propios sentimientos y el derecho que tiene a expresarlos… y a no expresarlos, si no quiere.
  4. Aceptar nuestras limitaciones para ayudar a otras personas.
  5. Hacer lo que se puede, pero incrementar nuestra capacidad para actuar. Para poder hacer más cada vez. En otras palabras: aprender… y aprender bien.
  6. Acompañarnos. Otra de las recomendaciones de la OMS, es pasar de la mirada individual a la mirada comunitaria y social. Quitar la vista de las propias necesidades permite la salud mental.

Vuelvo a repetir, no soy un experto. Soy un aprendiz perpetuo y estoy consciente de mis limitaciones, y precisamente por eso voy expandiendo mis fronteras cada día. Lo que quiero hacer es compartirte lo que vaya descubriendo. Si te sirve, me alegra muchísimo.

Quiero que estemos bien. Que estemos bien todos. Que salgamos adelante y que lo hagamos bien. Para eso habrá que trabajar y hacer las cosas diferentes y puede ser una buena oportunidad para cambiar precisamente nuestro sentido común, es decir, aprender.

Y, como siempre pregunto a mis alumnos: ¿cuál es el primer requisito para aprender?

… no saber.

Y ¿el segundo?

… querer hacerlo.

Te seguiré contando lo que compartí con los papás sobre la comunicación y manejo de emociones, que pueda ser útil para estos nuevos retos que enfrentamos, y lo que aprenda sobre la marcha. Tal vez si aprendemos juntos, tal vez si nos acompañamos, como recomienda la OPS, podamos salir más rápido y salir mejor que como estábamos.

Referencias

Organización Panamericana de la Salud. Guía práctica de salud mental en desastres, Washington, D.C.: OPS, © 2006. 189 p.

Santiago Valero Alamo. Psicología en Emergencias y Desastres, Ed. San Marcos, Perú

APA, Asociación de Psiquiatría Americana, Primeros Auxilios Psicológicos en casos de Catastrofes

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Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.