Cada vez más gente piensa que su trabajo es inútil. Hora de re significar el trabajo

Con las grandes tendencias de la industria, podemos prever que se avecina una automatización masiva, eso significa que aumentará el desempleo, podrán disminuir los salarios y aumentará la desigualdad. Es una tendencia escalofriante.

No solo los observadores de tendencias están preocupados. Cada vez tenemos más estudios que lo demuestran. Los académicos de la Universidad de Oxford estiman que no menos del 47% de los empleos de Estados Unidos y el 54% de los europeos tienen alto riesgo de ser usurpados por máquinas. Y no dentro de cien años, sino en los próximo 20. La única diferencia entre los optimistas y los pesimistas es que los primeros dicen que pasará dentro de mucho tiempo y los segundos, que será muy pronto. Pero cuando haya pasado el tiempo, qué caso tiene si fue temprano o tarde. El caso es que sucederá.

Muchos empleados se preocupan por la creciente tendencia de automatización, temen perder sus trabajos muy pronto. Este fenómeno de demarcación de las fuentes de trabajo viene acelerándose desde hace doscientos años. En el año 1800, más de la mitad de la población del mundo se dedicaba a la agricultura, para 1900, la cifra debió estar por el 30%, en la actualidad no debe superar el 3%. Alguna vez, el economista John Maynard Keynes predijo que hacia el año 2030 las personas trabajaríamos solamente 15 horas semanales. Vaya ocurrencia. ¿Qué diría si nos viera actualmente?

No vamos, en absoluto, en esa dirección. Cada vez dedicamos más tiempo al trabajo y quedamos más agotados y enfermos por el estrés.

Toda esta preocupación inunda la prensa y la opinión pública, cuando el verdadero problema, como dicen: «El quid del asunto» no se discute. Lo que deberíamos preguntarnos es ¿qué diantres es el trabajo, en primera instancia?

En una encuesta de 2013 de 12,000 profesionales realizada por Harvard Business Review, la mitad dijo que sentía que su trabajo no tenía «significado e importancia» y que un número similar no se sentía identificado con la misión de su compañía, mientras que otra encuesta entre 230,000 empleados en 142 países que solo el 13% de los trabajadores realmente le gusta su trabajo. Una encuesta reciente entre británicos reveló que hasta un 37% cree que tiene un trabajo que es completamente inútil.

Más de la mitad de la gente ODIA SU TRABAJO!!!!!!!!!

Tienen, lo que el antropólogo David Graeber denomina «trabajos de mierda». En el papel, estos trabajos se ven muy bien, sin embargo, hay decenas de profesionales exitosos con imponentes perfiles de LinkedIn y salarios impresionantes que se van a casa todas las tardes refunfuñando porque su trabajo no sirve para nada, cansados, enfermos, frustrados y de mal genio.

Entonces, ¿todavía habrá suficientes trabajos para todos dentro de unas décadas? Si realmente queremos cosechar los frutos de los enormes avances tecnológicos realizados en las últimas décadas (y de los robots que avanzan), debemos replantearnos radicalmente nuestra definición de «trabajo».

Para hacer este plantemiento deberíamos comienzar con una pregunta ancestral: ¿cuál es el significado de la vida? La mayoría de las personas diría que el significado de la vida es hacer que el mundo sea un poco más hermoso, más agradable o más interesante. ¿Pero cómo? En estos días, nuestra principal respuesta es: a través del trabajo.

Nuestra definición de trabajo, sin embargo, es increíblemente estrecha. Solo el trabajo que genera dinero puede contar para el PIB. No es de extrañar, entonces, que hayamos organizado la educación para alimentar a tantas personas como sea posible en parcelas flexibles del tamaño de un bocado en el establecimiento de empleo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando una proporción cada vez mayor de personas que se consideran exitosas según la medida de nuestra economía del conocimiento dice que su trabajo no tiene sentido?

Ese es uno de los mayores tabúes de nuestro tiempo. La forma en que solemos encontrar significado podría disolverse como una nube de humo.

La ironía es que el progreso tecnológico solo empeora la crisis. Históricamente, la sociedad ha podido permitirse más trabajos falsos precisamente porque nuestros robots siguieron mejorando. A medida que nuestras granjas y fábricas se volvieron más eficientes, representaron una parte cada vez menor de nuestra economía. Y cuanto más productiva era la agricultura y la manufactura, menos personas empleaban. Rutger Bregam le llama la paradoja del progreso: cuanto más ricos nos volvemos, más espacio tenemos para perder el tiempo. Es como lo dice Brad Pitt en Fight Club: con demasiada frecuencia, estamos

«trabajando en empleos que odiamos para poder comprar mierda que no necesitamos».

Ha llegado el momento de dejar de dejar de lado el debate y adentrarse en el verdadero problema: ¿cómo sería nuestra vida si redefiniéramos radicalmente el significado del «trabajo»?

Bregam propone la felicidad como medida de éxito en el trabajo. Él dice:

Creo en un futuro en el que el valor de su trabajo no está determinado por el tamaño de su cheque de pago, sino por la cantidad de felicidad que difunde y la cantidad de significado que le da. Creo en un futuro donde el objetivo de la educación no es prepararte para otro trabajo inútil, sino para una vida bien vivida. Creo en un futuro donde «los trabajos son para robots y la vida es para las personas».

¿Puede ser la felicidad la medida de éxito en nuestro trabajo? ¿Qué significaría que replanteáramos el problema de esta manera? ¿Qué lugar entonces ocuparíamos para sentirnos útiles y colaborar con otros?

¿Dejaríamos de preocuparnos por el status social? ¿Cómo distribuiríamos el ingreso? ¿Se trata de estar felices y jodidos?

Estos planteamientos dejan más preguntas que respuestas, yo lo sé, pero pienso que es hora de que nos pongamos a pensar más en el asunto, pero no a nivel de superficie, sino que hagamos preguntas verdaderamente inteligentes.

Bonita semana.

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.
1 Response
  1. Hola Alex, buen post.

    No comparto una visión rupturista frente a la automatización y las máquinas. No sabemos si son los futuros hijos de la humanidad. Nada garantiza nuestra trascendencia biológica.

    Cómo digo a mis hijos: “sean amigos de las tecnologías” puesto que ellas facilitarán y ocuparán todos los espacios de trabajo en el futuro, dejándonos lugar solo para soñar y crear… mientras podamos.

    Saludos.

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