¿Cómo puedo amar si…? (Pregunta de un lector)

Agradezco a las personas que leen mis escritos y dejan sus comentarios. Agradezco a Luis Carlos (no diré su apellido) que me ha enviado un mensaje por correo y a quien quiero responder por este medio. Nunca me había sucedido y me he emocionado tanto que quiero compartir algunas partes de su mensaje así como mi respuesta.

Aquí lo tienen:

Alejandro, leí tu artículo sobre el Encuentro Mundial de Valores en Monterrey. Qué interesante experiencia. Gracias por compartirnos tus reflexiones. Qué interesante la frase: «las personas somos porque amamos. Y somos capaces de amar porque alguien nos ha amado antes».

Me llegó tu artículo por un amigo que lo compartió en el chat. Me interesé por tu blog y leí algunos otros temas de los que tienes publicados ahí. Y leí el tema de El Otro. Eso vivo yo todos los días. […]

[…] Vengo de una decepción muy seria, en una relación de varios años. ¿Cómo puedo amar si vivo con el miedo a ser lastimado todo el tiempo? Una parte de mí quiere algo más. La otra está asustada. […]

Gracias, Alex. No tengo el gusto de conocerte, pero sentí la confianza de escribirte. Sigue compartiendo.

Saludos desde Guadalajara,

Luis Carlos

Luis, gracias por tu mensaje. Aprecio muchísimo que te hayas tomado el tiempo para leerme y para explorar el sitio. Y más aun aprecio que te tomes la molestia de escribirme.

Tu mensaje me ha llenado de alegría, porque nunca había recibido un correo de un lector a quien aún no conozco y a la vez has tocado un punto muy sensible en mi corazón.

Primero, déjame decirte algo, el encuentro se da entre dos seres humanos, no necesariamente en pareja. Vale la pena considerar si me encuentro o no con el otro. Y me refiero a encontrarte con tu hermano o tu abuelo, con un jefe o compañero en el trabajo, con el cajero en la tienda de conveniencia o con tu hijo. Corremos, Luis, corremos a prisa… y corremos con miedo.

Si supieras que, al igual que tú yo tengo miedo. Y continuamente debo volver a preguntarme quien soy y me observo haciendo poses para agradar y no desagradar al otro. Que tú te detengas a descubrirme, me permite ser persona. Es el encuentro lo que me vuelve un yo, un yo para ti. Porque el verdadero yo solo habita en el nosotros. Cuando yo soy para ti.

Cuando me encuentro contigo, no busco cambiarte, busco conocerte, busco descubrirte debajo de esas capas de protección que hemos ido formando con los años. Somos dos erizos que levantan las púas a la vez que intentan abrazarse. Como el poema de la «danza de los puerco espines».

Con el paso de los años, y por los golpes recibidos desarrollamos una capa protectora sobre nuestro corazón. Pero debajo de los escombros se escucha una voz que grita «estoy aquí». Quiero salir, mas tengo miedo.

Si esto se da en las relaciones sociales, cuánto más no se dará en la intimidad.

¿Siento miedo? Sí. Pero no nos quedemos ahí.

Hay poder en ser vulnerables. Cuando somos vulnerables y nos abrimos al encuentro descubrimos lo más grande de nosotros. Comprendo, Luis, lo que me cuentas. Solo puedo abrirte el corazón, estimado. El otro, o en este caso otra, es un misterio… pero también es un regalo.

Es cierto, he dicho que el Otro es el nombre del monstruo, pero me refería a esa imagen que tenemos adentro, que proyectamos en el rostro de aquellos que se acercan. Ese otro, no existe. Lo inventamos. Y se vence en el encuentro.

En el libro de la regla de los 5 segundos, Mel Robbins utiliza una historia que quiero compartirte.

Un hombre, supongamos que se llama Bob está en un bar. A unos cuantos metros ve a un grupo de mujeres conversando. Se ven divertidas y una de ellas es más hermosa que las otras. Bob ha sufrido una decepción amorosa y no ha logrado sobreponerse. Él quiere salir de nuevo con alguien y en verdad le ha gustado la mujer del bar. Bob tiene cinco segundos antes de que sus miedos comiencen a bloquear su pensamiento y frenen toda acción…

La autora detiene aquí la escena y luego se pone a describir los mecanismos que entran en acción. Nos deja en suspenso. Mientras leía yo pensaba «¿cuándo nos dirá en qué terminó la historia?» Después de un momento termina diciendo:

Bob cuenta: 5, 4, 3, 2, 1 y comienza a caminar hacia ella. No permite que su pensamiento lo interrumpa. No sabe qué dirá ni sabe qué hará pero ya está en acción. Llega con la hermosa mujer y la saluda y la respuesta de la mujer es… irrelevante.

¡Qué! De veras que grité mientras soltaba el libro… Cómo me dices eso… qué le pasa a esta mujer?

Pero después de un momento entendí. Es el valor de Bob lo que cuenta. Es el coraje de salir de donde nos escondemos. De mostrarnos como somos aunque nos hayan roto el corazón. ¿Sabes algo? Nos lo volverán a romper. Pero es esta vulnerabilidad la que nos hace grandes. Y es el único camino que nos lleva al encuentro y que nos lleva al amor.

No puedo darte argumentos, Luis, solo consuelo. Pero no para dejarte donde estás. Quiero que sepas que no eres el único. Y así como has tomado el valor de escribirme y preguntarme. Así puedes hacerlo y caminar hacia esa mujer del bar, sea quien sea y tomar el riesgo, cuantas veces sea necesario, y decir aquí estoy y éste soy yo. Y ver qué sale.

Sinceramente,

Alex Pérez

 

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.
1 Response
  1. Ana

    Buen día Alex,.
    Primeramente muchas gracias por compartir.
    Qué interesante articulo, sobre todo porque viene desde el corazón de dos caballeros, cuando yo mujer muchas veces he dudado o más bien me protejo con esas púas al escuchar interés hacia mi de alguna persona, siempre invalidado o minimizando lo que alguien pueda sentir simplemente por ser hombre, pero con este artículo, no descubro simplemente lo hago consiente que el miedo sigue saliendo al encuentro cada vez que alguien intenta acercarse y manifiesta mediante una barrera que muchos ven, menos yo.

    Muchas gracias Alex, me gusta mucho la sensibilidad que compartes

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