De vuelta al café

Es simplemente una característica de nuestro tiempo. Andamos cada quién metidos en lo nuestro.

Tiene una ventaja. Cuando estoy en este café escribiendo y me llega de pronto una conmoción al pensar en el encargo que tengo por delante. Me emociono y hasta se me salen las lágrimas y nadie se da cuenta.

Ayer me reía con un meme y ni a quién le importara.

He estado trabajando esta mañana en preparar mi próxima conferencia para agosto y me sentí extremadamente conmovido. Me ha inundado un sentimiento de asombro y puedo asegurar que Dios estuvo presente conmigo en esta mesa del café, junto a los demás freelancers que están metidos en sus computadoras, los vendedores que ofrecen el late del día y las señoras que vienen con sus niños para inyectarles cafeína desde pequeños (nada más no se quejen que están inquietos y no pueden poner atención más tarde).

¿Qué venimos a hacer a este mundo? No venimos a ser felices.

Sorry.

No fue a eso. La felicidad no es el fin, es la consecuencia. Venimos a ser para otros. Cuando salimos de nosotros mismos para encontrarnos con el otro, cuando nos damos, es entonces cuando experimentamos la felicidad más grande. Pero no es algo que podamos buscar por sí misma.

Venimos a ser don.

No tenemos cuerpo, mente y espíritu. «SOMOS» cuerpo, somos mente y somos espíritu. Y vivimos concentrados en los dos primeros, olvidándonos del último.

Vivimos centrados en nosotros mismos pero no lo suficiente. ¿Por qué lo digo? Porque nos quedamos en la mente, cuando mucho.

Muchas personas la pasamos buscando el bien y satisfacción del cuerpo. ¡Qué cosa más maravillosa! Pero hueca. ¿Acaso hay algo mejor que un buen postre, la satisfacción después del ejercicio, un delicioso masaje y algo más? Pues sí… sí lo hay.

Algunos superan este nivel y pasan a la mente, pero ahí se quedan. En la mente está el ego y la emocionalidad.

Si saliéramos de ahí, si llegáramos al final de nosotros mismos, hasta nuestro espíritu entonces encontraríamos lo que verdaderamente somos.

Vivimos centrados en nosotros mismos, pero no lo suficiente. Si nos quedamos en el Ego, somos egoístas. Tenemos que seguir hasta el fondo, para convertirnos en místicos.

La mística es la máxima unión de la persona a lo sagrado. Cuando entramos ahí, nos encontramos entonces con Dios. Y él se hace presente, como decía Agustín de Hipona: «Te buscaba afuera y estabas adentro, más íntimo a mí que yo mismo».

Ahí está el amor. Y cuando entremos, entonces salimos. Porque no hay manera de llegar al espíritu y no salir hacia el de enfrente. Ahí en lo espiritual me encuentro con el otro.

Me duele el otro, me duele su vida, sus pesares. Me deleita el otro, me maravillo de sus bondades, de sus dones y talentos. Me preocupa el otro y no solo «siento feo» sino que me impulsa a salir de mí para hacer algo al respecto.

Vaya cosa que es el sentido.

— ¿Qué va a querer tomar hoy?, pregunta el barista.

— ¿Café o te? ¿Frío o caliente? ¿Alto, grande o venti? ¿Con leche o negro? ¿Leche entera, descremada, deslactosada, de almendra…?…

Nos enfrentamos a tantas opciones todos los días… y apresurados, para no detener la fila elegimos. Algunos ya tienen claro qué es lo que quieren. Lo han pedido una y otra vez. Otros dudan y van probando cosas nuevas.

Y ¿qué hay de las decisiones fundamentales?

¿Cuándo las tomaremos? ¿Tomaremos la decisión correcta? ¿Qué pasa si me equivoco? ¿Qué pasa si no lo sé?

Algunos, como el burro que tocó la flauta tuvieron la suerte de dar con el blanco. Muchos siguen sin saber.

¿Dónde buscar?

Hay tres lugares para explorar, tres direcciones para buscar la respuesta:

  1. Busca Adentro. Partir de la máxima griega: conócete a ti mismo. ¿Quién eres? ¿qué hay en ti? ¿qué puedes hacer? ¿qué amas hacer? ¿En qué puedes sobre salir?
  2. Busca Afuera. No vives para ti, pero cuando eres tú para nosotros, no solo te hace feliz a ti, también nos hace felices a los que te rodeamos. Eres un regalo para nosotros y cuando sacas lo mejor de ti para hacer algo por los demás, entonces todos crecemos. ¿Quién requiere de ti? ¿Qué puedes hacer por los demás? ¿Qué necesidad puedes cubrir?
  3. Busca Arriba. Date un momento para preguntarle Dios, ¿qué pensaba para ti? ¿Para qué te trajo a este mundo? ¿en esta era? ¿en esta realidad? No eres un accidente. Tienes un propósito que va más allá de ti. Pregúntale y estoy seguro que contestará (ver post anterior: https://alexperez.blog/no-creo-en-dios ).

Respiro un poco… vuelvo a echar una mirada alrededor y sigue cada quien en lo suyo. Vuelvo a pensar que la señora no debería darle tanta cafeína a su hijo… o que debería dejar de quejarse de su hiperactividad que ella misma induce…

Llega una nueva clienta y el barista repite su lista de preguntas… Definitivamente, todos los días nos enfrentamos con opciones y la fila espera, hay que elegir. Al final de la elección pondrán nuestro nombre en el vaso y nos llamarán al fondo de la barra… ojalá que elijamos adecuadamente, que logremos descifrar el misterio, que entremos a nuestras cavernas interiores y que podamos todos disfrutar lo que elegimos y vivir una vida más plena, conectados con otros y no solo metidos en lo nuestro.

Bonita semana,

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.