Este sencillo ejercicio disminuye la depresión y ayuda a sentirte más feliz

En el año 2001, el Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pennsylvania, dirigido por Martin Seligman comenzó un esfuerzo por probar científicamente qué era lo que en realidad nos hace más felices. Durante años los libros y cursos de autoayuda habían presentado diversas técnicas que «aseguraban» a sus consumidores una vida más satisfactoria.

Con su escuela conductista, Seligman y sus secuaces decidieron poner a prueba en los laboratorios algunas prácticas para separar aquellas que sí daban resultado de las que no. No midieron todos los elementos del bienestar, solo el elemento emocional: los aumentos de la satisfacción con la vida y las reducciones de la depresión.

Uno de los ejercicios que demostró tener más resultado, según lo publica el mismo Seligman en la revista American Psychologist (2005) fue el ejercicio llamado «Lo que salió bien» o ejercicio de «las tres bendiciones».

Pensamos demasiado en lo que sale mal y nunca lo suficiente en lo que sale bien en nuestra vida. Por supuesto, a veces es conveniente analizar los acontecimientos malos para aprender de ellos y prevenirlos en el futuro. Sin embargo, tendemos a pasar más tiempo pensando en lo que está mal en la vida que en lo que es útil. Peor aún, este interés en los acontecimientos negativos nos predispone a la angustia y a la depresión. Una forma de evitar que esto suceda es aprender a pensar y saborear lo que sale bien.  – Martin Seligman

Nuestro cerebro, sobre todo en su aspecto emocional, está configurado para sobrevivir por encima de cualquier otra cosa. Por esta razón solemos poner atención con rapidez a cualquier amenaza del entorno, de manera que cuando hay que se trata entre enfocarse en lo bueno y lo malo de una situación, nuestro instinto de conservación se enfocará en lo malo, en lo que constituye un peligro. El gozo y el deleite, como emociones, constituyen un estado muy vulnerable para nuestra supervivencia. Por lo tanto, para superar la inclinación natural de nuestro cerebro a pensar demasiado en las amenazas y catástrofes, es necesario ejercer de manera intencional la habilidad de pensar en lo que salió bien.

El ejercicio consiste en reservar diez minutos antes de irte a acostar, todas las noches de la próxima semana, para reflexionar sobre tu día y anotar tres cosas que salieron bien ese día y por qué consideras que así fue. Puedes usar un diario o computadora para escribir los acontecimiento, lo importante es que lleves un registro físico de que escribiste y no hacerlo solo mentalmente.

No es necesario que las tres cosas hayan sido relevantes, puede tratarse de cosas triviales o simples como: «hoy disfruté de un pastel de chocolate delicioso», o «me di tiempo de observar el atardecer». Tal vez sí se trate de algo más importante como: «mi hermano salió bien de la cirugía», o «nos hemos enterado que estamos esperando un bebé».

Junto a cada acontecimiento positivo, responde «¿Por qué ocurrió esto?» Por ejemplo, si escribiste que disfrutaste un pastel de chocolate delicioso, puedes completar: «porque mi amiga Martha sabe que me gusta su receta secreta de pastel de chocolate y guardó una rebanada para mí» o «porque le pedí a Martha que cuando hiciera su receta de pastel de chocolate me guardara una rebanada por favor». Si escribiste que tu hermano salió bien de la cirugía, puedes agregar: «Porque Dios lo cuidó» o «porque los médicos hicieron un buen trabajo», etc.

Al principio puede resultar incómodo escribir por qué ocurrieron los acontecimientos positivos en tu vida, pero no dejes de hacerlo toda la semana. Cada vez será más sencillo. Haciendo esto, lo más probable es que te sentirás menos deprimido y más feliz y te vuelvas adicto o adicta a este ejercicio.

No se trata de meras especulaciones, lo dice la ciencia. Seligman y su equipo probaron el ejercicio con pacientes con depresión en diversas instituciones y encontraron resultados favorables en todas las ocasiones, según lo expresa en la publicación. Después de haberlo aplicado a sus alumnos en diversas ocasiones, él mismo declara:

«Nunca había visto un cambio tan positivo en mis alumnos ni oído tantas veces las palabras más dulces que puede oír un maestro – me cambió la vida – para describir el curso.»

Puedo sumarme a la lista de alumnos que agradecen a Seligman su contribución con este ejercicio. No porque me haya dado clase, pero sí porque éste ejercicio cambió mi vida; o por lo menos me permitió a sobreponerme en la época posterior a mi divorcio. Siempre hay tanto que agradecer, aún en las circunstancias más difíciles de nuestra vida, pero para hacerlo debemos detenernos y conscientemente preguntarnos qué ha salido bien. Hacer esto desde entonces ha traído gran satisfacción y mucho mejor ánimo en mi experiencia.

¿Por qué no haces la prueba? Toma esta semana para hacer el ejercicio y me das tu punto de vista.

Bonita semana!

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Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.
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