Como ganar poder cambiando la perspectiva

Juan llegó tarde a la reunión – una vez más -, entró a la sala interrumpiendo y describiendo en voz alta lo mal que ha estado el tráfico en la ciudad en los últimos meses. «¡Cómo permite el gobierno que construyan cada vez más edificios! ¡El tráfico del área se va a colapsar! Esto es un caos, nadie sabe conducir.» El líder se limitó a decir «Buenos días, Juan, ¿podemos continuar?»

Y la reunión retomó su curso.

Dos ópticas contrarias

Conoces el ejemplo tradicional del vaso a la mitad, que puede ser visto como un vaso medio lleno o un vaso medio vacío, dependiendo la óptica.

Todos desarrollamos a lo largo del tiempo una óptica habitual, un paradigma al que estamos acostumbrados y que hemos hecho parte de nuestro sentido común. Es algo que consideramos real, lógico, dado por hecho, pero sigue siendo un paradigma.

Nuestros paradigmas son mapas con los que observamos la realidad. Éstos afectan nuestra percepción y, por lo tanto, nuestras decisiones. Pero, como dice uno de los principios de la Programación Neuro Lingüística, «el mapa no es el territorio».

Aún así, no tomamos nuestras decisiones basados en el territorio, sino en el mapa que tenemos de éste.

Al observar las situaciones a las que nos enfrentamos día con día, utilizamos distintas ópticas para explicar lo que sucede. Juan ha explicado que el tráfico de la ciudad es causa de su retraso para la reunión. Esta explicación es verdadera, en tanto que si no hubiera tráfico, la persona hubiera llegado a tiempo. Pero es debilitante, a menos que todos los demás conductores modifiquen sus hábitos de conducir, en tiempo y en forma, Juan seguirá llegando tarde.

Víctima vs. Protagonista

Ésta es una forma habitual de ver lo que vivimos: como víctimas, es decir, explicamos las situaciones en las que estamos como algo que nos sucede, algo hecho hacia nosotros. Existe una visión contraria, a la que llamamos visión de protagonista (o responsable). El protagonista explica la situación concentrado en las variables dentro de su control: «he llegado tarde debido a que tomé poco tiempo para mi traslado» o «elegí seguir una ruta en reparación», etc.

Ambas explicaciones son «verdaderas» en cuanto que son causas, pero cada una de ellas es falsa, en tanto se proponga como la única causa del fenómeno.

Sin embargo, podemos concentrarnos en una u otra visión obteniendo resultados distintos.

La visión de víctima nos pone en una posición de ente pasivo sobre el que actúan fuerzas externas de la fortuna o de la fatalidad. En la visión de protagonista, nos colocamos como ente activo, capaz de forjar nuestro destino. Stephen Covey le llama el ser «proactivo» y es uno de los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva.

Se trata de enfocarse en aquellos factores en los que uno puede influir.

Si vemos la vida como un juego de dominó, podemos decir que no está en nuestro control qué fichas nos tocará tener pero sí cómo elegimos jugarlas.

Para tener mejores resultados, es imprescindible que tengas la creencia de que tú estás al volante de tu vida. Si no crees esto, debes creer intrínsecamente que tienes poco o ningún control sobre tu vida y que estás por lo tanto sujeto a la suerte.

¿Cómo podemos saber cuando estamos haciéndonos las víctimas?

Hay tres hábitos que indican la presencia de este paradigma y de los cuáles te invito a deshacerte cuanto antes:

La culpa

Las víctimas juegan a la culpa. Culpan al gobierno, a la economía, al mercado, a su jefe, a su cónyuge, a sus hijos, a sus hermanos, culpan a la persona que los atiende, al departamento de transporte, a los conductores, al presidente, a Dios y, por supuesto, siempre culpan a sus padres. Siempre es alguna otra persona o alguna otra cosa a la qué hay que culpar.

Alguno podrá decir «tienes razón, yo tengo la culpa». Esto es engañarnos a nosotros mismos, haciéndonos creer que somos protagonistas. No es así.

Esta variable de la visión de culpa, nos coloca a la vez en posición de víctima y victimario, sigue siendo una postura debilitante.

Las justificaciones

Si una víctima no está echándole la culpa a alguien, la encontraremos justificando o racionalizando. Frases como «al cabo que ni quería», «para qué tanta necedad con la puntualidad, ni que fuera la gran cosa», para qué tanto rollo con sacar buena calificación en ese examen, ni siquiera vas a utilizar eso en la vida», etc.

Cuando no tienen resultados en lo económico dicen: «el dinero no es lo más importante»; cuando terminan una relación, «mejor solo que mal acompañado». Pero en el fondo, debajo de estas expresiones, se alcanza a ver la insatisfacción y la falta de paz en sus palabras. Sigue siendo visión limitante.

La queja

Quejarse es la peor de las formas en que se manifiesta la visión de víctima, ¿por qué? Porque ancla a la persona en su situación y desperdicia su energía. En lugar de enfocarse en el cambio, utiliza la energía para reforzar la situación en la que está. Recuerda que aquello en lo que te enfocas se expande. Expande la situación de la que se está quejando.

¿Te has fijado alguna vez en lo mal que les va a las personas que se quejan? Parece que todo lo que pudiera salirles mal, les sale mal. Pudieran decir ellos: «Pues sí, me quejo porque todo sale mal». Yo les cuestionaría: «¿no será que te sale mal porque te quejas?»

Mi recomendación es, aléjate de aquellas personas que tienen el hábito de quejarse. Son infecciosos.

¿Por qué mantener la visión de víctima?

Si ser víctimas es tan poco efectivo, entonces ¿por que la gente tiende a actuar como tal?

La respuesta es, porque la víctima obtiene atención y aprobación. Creemos que el bienestar y el éxito derriban de la inocencia y del complacer a los demás. Hemos confundido el amor con la atención. Mientras no desliguemos estas ideas, seguiremos necesitados de atención y simpatía.

Sin embargo, no hay amor en mantener a una persona en posición de víctima. Puede ayudar un poco, a acercarnos a ella, a ser empáticos, pero nunca alentando la inconsciencia y la impotencia.

Si queremos que nuestros equipos sean efectivos, debemos promover el protagonismo positivo, alentando la responsabilidad.

Visión de Responsable

Cuando decimos que tomamos la visión de responsable no hablamos de la visión de culpable, sino el reconocimiento de que soy causa de lo que me sucede debido a las decisiones y acciones que he tomado en el pasado.

En su libro If How-to’s Were Enough, Brian Klemmer explica de manera extraordinaria estas dos visiones. En mis seminarios utilizo un ejercicio que aprendí de él y que ha tenido un gran impacto en mí.

Después de hacer una experiencia sobre la visión de víctima y de responsable se les pregunta a la gente cuáles emociones les produce cada una de las visiones.

Las emociones que produce la visión de víctima son enojo, impotencia, coraje, miedo, tristeza, pesar, rabia, frustración entre otras. Mientras que las emociones que produce la visión de responsable son tranquilidad, control, serenidad, poder, fuerza, etc.

Además de una mayor probabilidad de éxito, el protagonista tiene la posibilidad inalienable de conseguir Paz Interior.

Freddy Kofman (Metamanagement) distingue tres niveles de responsabilidad: responsabilidad reactiva (cuando nos concentramos en corregir los hechos consumados y respondemos al entorno); responsabilidad pro activa (cuando proyectamos consecuencias de nuestros actos y diseñamos mecanismos preventivos) y responsabilidad creativa (cuando estamos orientados a cambiar la infraestructura, el sistema, requiere visión y genio).

Te invito a incorporar la responsabilidad, en cualquiera de estos tres niveles y abandonar la visión de víctima. Cuida tus hábitos, deja de culpar, justificarte y quejarte por esta semana y observa los resultados.

Recuerda que no hay víctima exitosa.

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.
3 Responses
  1. […] La tentación de considerarse una víctima. Una persona en actitud de víctima vive como si las cosas le sucedieran a ella, indefensa, vulnerable. Esta postura nos impide aprender, porque si tú no has hecho nada para estar en la situación en la que estás, tampoco hay nada que puedas hacer para salir de ahí, por lo tanto, no hay nada qué aprender. El aprendizaje requiere visión responsabilidad. (leer más sobre este tema aquí) […]

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