El monstruo tiene nombre. Se llama «El Otro». Le temo desde recuerdo y mi miedo se ha ido reforzando con los años. Pensé que cuando fuera adulto ya no temería… pero no ha sido así.

Su amenaza está siempre presente. Me acompaña a todos lados, aún cuando estoy solo. He tenido distintos miedos primitivos desde mi infancia que más o menos he logrado dominar y que son naturales en la especie humana. Entre ellos está el miedo a las serpientes o a ciertos insectos, el miedo a la oscuridad o al vacío. Todos estos miedos los he podido superar en algún momento y no me impiden ser funcional. Excepto uno… Le temo al «OTRO». Y más concretamente le temo a su sanción, en términos de rechazo o de violencia.

Este miedo sí que me ha mermado en la vida y no basta con lamentarme. Quiero hacer algo al respecto.

Mi miedo al Otro impidió que lanzara este blog durante años. Y heme aquí retándolo. Los miedos no son racionales así que ni te molestes en explicarme en los comentarios que no debería preocuparme por el «qué dirán» ni que el Otro tiene poder sobre nosotros, que debemos ser libres, etc. El «deber ser» es racional, los miedos no lo son. Son primitivos. El miedo al otro y, en específico, el miedo a su sanción tiene sus raíces, no en nuestra infancia, sino en los orígenes de la civilización. Tal vez hable de esto más adelante.

Decirle a alguien que no «debería tener miedo a algo» es poco práctico. Hay otras formas de solucionarlo. Comencé a trabajar con este tema del que quiero ir compartiendo mis lecturas y mis avances, para aquellos que también combaten con este monstruo malévolo.

Si sobrevivo, les contaré cómo me fue… deséenme suerte!

Alex

 

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.
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