Amo leer y consumo libros como si fueran café. Hay algunos libros que me pegan en la cara. Como si caminaras distraído y chocaras contra un mueble o un letrero colgando de un poste. Entre ellos están casi todos los de Brené Brown, uno o dos de Malcolm Gladwel, el libro de una sola cosa de Gary Keller, etc.
¡Vaya golpe que me he dado con Mark Manson en su obra: El Sutil Arte de que te Importe un Caraj*!
Este cabrón sí que supo hacerlo. Es el libro más sincero que he visto en mi vida. El desgraciado se da con todo contra la industria de la autoayuda. Es el Anti héroe del Self-help, digamos que es el Deadpool del desarollo humano. Una especie de Anti-gurú.
Sus propuestas no son nuevas, no es una filosofía original. Es más bien una filosofía auténtica. Neta, como decimos aquí. El hombre se presenta así como es y no pone ningún filtro en lo que dice… ni en cómo lo dice.
Además domina la narrativa y es excelente storyteller. Te engaña con tal singularidad, y caes en las conjeturas que él desea que caigas, para luego hacer un twist en cada historia y salir con una propuesta contra-intuitiva llena de sabiduría.
¡Cómo hay filósofos jóvenes allá afuera que vale la pena leer! Me sentí viejo, oxidado, anticuado. Pero también invitado a ser yo mismo, a ser más “neta”.
Creo en lo que hago, pero no tengo los huevos para defenderlo siempre.
– “Puras pendejadas” – dijo uno de los directores con los que conversaba sobre lo que hacía en el desarrollo de la gente. Y no me atreví a enfrentarlo… Probablemente porque no me la he creído todavía.
¿Dudo que buscar el desarrollo de la gente vale la pena y en realidad es lo más rentable que hay en la actualidad?
No… eso sí lo creo. Lo que no creo es que sea yo el vocero de este mensaje. Sigo conservando en el fondo mis antiguas creencias… Como una cadena de la que no logro zafarme. A parte de la manera en la que Manson cuenta sus historias, admiro… bueno, en realidad envidio, su dominio del arte sutil de que le importe un car*jo, y que tenga las agayas para engañarnos a sus lectores y luego reconocer – spoiler alert – que sí guardaba marihuana en su mochila en secundaria.
No encuentro desperdicio en la lectura, entretenida, sabrobosa, irreverente y llena de sabiduría urbana.