¿Qué me dejó el Super Bowl 51?

No soy fan de los Patriotas, ni de los Halcones de Atlanta. Mi equipo siempre ha sido San Francisco desde que tenía 6 años. Sin embargo, no me pierdo el Super Bowl ninguna vez.

No pretendo dar aquí una opinión deportiva, pienso que fue un juego aburrido durante los tres primeros cuartos del partido. Pero terminé al filo de la silla emocionado y me he llevado cuatro lecciones maravillosas de esta experiencia.

Primero que nada, los Halcones dominaron durante tres cuartas partes del juego y el marcador era aplastante para los Patriotas: 28 a 3. Remontar algo así parecía más que imposible.

La actitud de los aficionados de Nueva Inglaterra era derrotista, algunos comenzaron a abandonar el estadio. Otros simplemente permanecían hundidos en sus butacas. Mientras el sueño del triunfo se alejaba. Con pocos minutos disponibles, Patriotas consiguió 10 yardas a la vez su primer touchdown. Uno tras otro, desde abajo. Logró empatar el partido en el último minuto y fue la primera vez en que se definiera un Super Bowl en tiempos extras. Durante este tiempo complementario, anotaron un touchdown y consiguieron la victoria.

En entrevistas finales, en medio de la conmoción y la fiesta, un comentarista entrevistaba a Trey Flowers, un jugador de los Patriotas. ¿Qué sucedió? ¿Cómo lograron esto, aún sin el apoyo de sus aficionados?

– «We never lost faith» dijo, «nunca perdimos la fe»

Así me dio la clave, de enfrentar la situación que tengo en mi vida en este momento:

  1. No perder la fe
  2. Dar todo el corazón
  3. Una jugada a la vez

La porra había callado, solo se escuchaban los gritos de los aficionados contrarios. La gente dejó de creer en ellos, pero ellos no dejaron de creer.

Su mariscal de campo, Tom Brady, rodeado de reporteros y camarógrafos tomó una rodilla, se hincó un momento en medio del bullicio y oró. Reconociendo de dónde venía la victoria.

Dios concede la victoria. Lo sé pero la concede a los valientes. Yo no sé más, no conozco el marcador, no sé por cuánto estoy perdiendo ni cuánto me falta para lograrlo. Tampoco sé cuanto tiempo me queda, pero sé que estos tres aprendizajes se convierten en máximas para mí.

No perder la fe, dar todo el corazón una jugada a la vez.

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Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.

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