Dispuesto a pagar por tu sueño

Los sueños y los anhelos son distintos. Los anhelos son añoranzas, gustos o deseos que quisiéramos que alguien nos concediera, pero que no estamos dispuestos a cumplir.

Cumplir un sueño no es sencillo. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por él? El precio es la acción, pero también mantenerse de pie en las tormentas, cuando todo se complica, cuando todos te abandonan. Pero ahí sigues. En lo mismo. Ridículo, estúpido y profundamente comprometido con lo mismo.

¿Será verdad que ni todo el oro del mundo valen tanto como conseguir tus sueños? Eso se ve bien en una película de Disney, pero cuando el hambre arrecia y las fuerzas se acaban, quieres arañar las paredes y salir corriendo. Por eso los sueños son para los valientes y los grandes de corazón. No están al alcance de los necios, ni de los interesados, ni de los que no están dispuestos a pagar.

Porque le hacemos monumentos, libros, películas a los que ganan, los elogiamos pero despreciamos a los caídos, cuando cayeron por luchar mientras que no movemos ni un dedo. ¿Criticamos desde la comodidad? ¿Estamos bien como estamos?

Leo una y otra vez las palabras de Roosevelt, en su discurso de la Sorbona, en 1910. Me lo digo ante el espejo. Memorizo sus palabras. Cuando estamos en la lucha, cuando las piernas se cansan y los huesos duelen. Cuando el cansancio nos alcanza y nos esforzamos en estar despiertos. Paradójicamente despiertos para alcanzar nuestros sueños, ante la tentación de ceder y dormir… y… soñar.

Pero, el eco me recuerda que:

No es el crítico quien cuenta, ni el que señala con el dedo al hombre fuerte cuando tropieza o el que indica en qué cuestiones quien hace las cosas podría haberlas hecho mejor. El mérito recae exclusivamente en el hombre que se halla en la arena, aquel cuyo rostro está manchado de polvo, sudor y sangre, el que lucha con valentía, el que se equivoca y falla el golpe una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y sin limitaciones.

El que cuenta es el que de hecho lucha por llevar a cabo las acciones, el que conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones, el que agota sus fuerzas en defensa de una causa noble, el que, si tiene suerte, saborea el triunfo de los grandes logros y si no la tiene y falla, fracasa al menos atreviéndose al mayor riesgo, de modo que nunca ocupará el lugar reservado a esas almas frías y tímidas que ignoran tanto la victoria como la derrota.

¿Cuánto vale un sueño? Vale suficiente para ti. Porque estás dispuesto a caerte por él, a equivocarte, a ser rechazado, a hacerlo mal. Porque si algo vale la pena hacerse, también vale la pena hacerlo mal, porque al menos morirás intentando mientras que los demás te darán a lo mucho un Like. Pero tú… Tú no te quedas ahí… tú luchas, avanzas. Sé que sí.

Sé que te esfuerzas porque lo veo, porque veo correr las gotas por tu frente, porque las lágrimas se mezclan con la tierra y el sudor. Porque sé que te levantas antes de que inicie el día y sales a hacer aquello a lo que nadie más está dispuesto. Por esto te reconozco y estoy orgulloso de ti.

Tienes mi profunda admiración.

Bonita semana,

Alex

About the author

Me gusta el aprendizaje, el crecimiento, contribuir al mundo; amo a mis hijos; explico cosas; comparto mis pensamientos; escucho a los demás; practico la filosofía y el coaching; doy conferencias, talleres y clases a quien se deje; me gusta dejar un pedacito de mí en la vida de las personas.

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