Daniel era un adolescente recién mudado a California. Llegó con su mamá después del divorcio de sus padres, a vivir a un departamento en un suburbio de Los Ángeles.
Le interesaba el karate pero nunca había tomado clases.
En su nueva escuela, era intimidado por un grupo de compañeros quienes lo molestaban continuamente. Ellos pertenecían a una academia de artes marciales Cobra Kai, muy avanzados en sus técnicas pero con una filosofía violenta. “Golpear primero, golpear fuerte y sin piedad” era su lema. Daniel se enamora de la exnovia de Johny Laurence, lider de los Cobra Kai. Tiene varios enfrentamientos con él, pero siempre queda tendido en el suelo.
Una noche, Daniel vio la oportunidad de vengarse de Johny en un baile de la escuela, haciéndole una broma; pero ésta sale mal y Johny y su pandilla terminan persiguiéndole en sus motocicletas mientras Daniel huye en bicicleta hasta que lo alcanzan, cerca del edificio donde vivía. Los brabucones destrozaron su bicicleta y mientras lo golpeaban entre todos apareció un viejo japonés, Mr Miyagi, el mozo del edificio. Quien resultó ser experto en karate y defendió al chico, rescatándolo de la banda.
Ésta es la trama de una de mis películas favoritas cuando era niño (1984): Karate Kid. Trata sobre cómo Daniel pasa de ser un chico normal sin habilidades para las artes marciales a ser campeón siguiendo las enseñanzas de Miyagi, quien le instruye cómo el karate no es solo una técnica de pelea sino una filosofía.
Una de las aficiones del Sr. Miyagi era cultivar árboles bonsai. Los bonsai son obras de arte consistentes en árboles enanos que son podados y moldeados cuidadosamente. En una de las escenas que a veces pasa desapercibida de la película, el Sr. Miyagi enseña a Daniel el arte de los bonsai. Le da un pequeño árbol, sembrado en una maceta elegante. Daniel toma unas tijeras de podar y quiere hacer algunos cortes, pero el maestro lo detiene y le explica.
No se trata de hacer cortes sin sentido. Le pide que cierre los ojos y visualice antes el árbol en su interior. “Debes verlo primero dentro de ti, para poderlo hacer fuera de ti”. Le da la instrucción de ver tan nítidamente como sea posible el arbol con todos sus detalles en su mente. Después, que abra los ojos y utilice las tijeras para quitar auellas hojas y ramas que no van, es decir, que no estaban en la imagen que tenía en su mente. De manera que el árbol de la maceta se asemeje lo más posible al árbol de su interior.
Primero debes ver el árbol dentro de ti y luego hacer que el arbol fuera de ti se asemeje a él.
En la mentalidad occidental (Europa y América), se piensa que nosotros crecemos mientras más nos acercamos a un modelo exterior con el que nos comparamos continuamente. La misma cultura va creando una imagen exterior de un hombre y mujer perfectos a quienes nos debemos asemejar. ¿Cómo lo hace? Por medio de la promoción continua de las cualidades de artistas, deportistas, líderes, etc. En los medios de comunicación vemos con insistencia imágenes y noticias que exaltan ciertas características que luego consideramos deseables. Más aún, utilizamos precisamente la palabra “Modelos” para llamar a la mujeres bellas y hombres apuestos que aparecen en los comerciales.
Esta mentalidad existe desde los griegos. Ellos utilizaban la escultura para representar el cuerpo perfecto y mediante las obras de teatro e historias épicas mostraban los ideales de hombre y mujer que debían formarse en la sociedad.
Las culturas orientales (Asia y Medio Oriente) son distintas. En la mentalidad oriental, cada persona tiene dentro una esencia, una semilla de lo que puede llegar a ser. El crecimiento no se trata de asemejarse a algo externo, sino de actualizar esa esencia, es decir, de hacer que florezca y crezca la semilla interior. Así, para crecer, en lugar de esforzarnos por parecernos más al modelo de perfección, lo hacemos porque vamos quitando lo que no va y actualizando, es decir, ejercitando, los talentos y cualidades que tenemos en nuestro interior (aunque sea en semilla) para ser cada vez mejores.
Son dos caras de la misma moneda. Dos formas distintas de ver la realidad, pero que producen resultados distintos.
El riesgo de tener una idea de super hombre o super mujer es que queramos compararnos continuamente con ese modelo y preocuparnos por llenar todas nuestras carencias y crecer en todas las direcciones. Mientras que el secreto del bonsai radica en ser la mejor versión de nosotros mismos.
La muñeca más famosa de todos los tiempos tiene cuerpo y rostro perfectos, tiene más de mil profesiones, en todas sus películas y programas de TV tiene éxito en todo, es abogada, doctora, astronauta y veterinaria. Sabe lo mismo gimnasia y ballet que saltar a caballo. Para los niños, los superhéroes tienen habilidades jamás soñadas, son inteligentes, fuertes y talentosos. Éstas imágenes son ilusorias, imposibles de conseguir. Y creemos que lo sabemos, pero en el fondo, una parte de nosotros nos recrimina por ser imperfectos y nos forza a ser los mejores (no solo mejores, sino “los” mejores) en los deportes, las artes y las ciencias.
Ólvidate de ser el primero en todo. No solo es imposible, además no es conveniente. En su libro Esencialismo, Greg McKeown, lo explica de esta forma: “es preferible crecer un metro en una dirección que un centímetro en cien direcciones distintas”.
¿Por qué nos empeñamos en ser alguien más para poder ser aceptados? Simplemente creemos que «NO SOMOS SUFICIENTES». No es así. Creemos que debemos ser alguien más para triunfar y tratamos de ser como los «exitosos» y al copiarlos olvidamos nuestra esencia.
Mi objetivo con este blog y, con prácticamente todo lo que hago es que llegues a ser extremadamente productivo y feliz. En mi propia experiencia, esforzarte por ser el primer lugar sólo para demostrarle a los demás (compañeros, papás y/o demás personas) que eres superior, a la larga no te llevará a ser ni una cosa, ni otra.
Deja de preocuparte por ser el mejor y enfócate en volverte la mejor versión de ti mismo. Comienza por conocerte, conoce tu “versión interior” como el bonsai. La esencia que tienes en semilla y luego, poco a poco ve quitando aquello que te impide desarrollarte: creencias limitantes, hábitos poco productivos o hasta dañinos, intereses y gustos que te perjudican, etc.
Bonita semana.
Muy bueno!